La mayoría de las veces cuando compramos no nos paramos a pensar de donde vienen los alimentos con los que llenamos nuestra mesa, ni como han sido los procesos para elaborar determinados productos, si se utilizan procesos químicos que perjudican el medio ambiente, ni siquiera si la relación precio-calidad está íntimamente ligada a modos de producción abusivos con los recursos humanos de las empresas.
Pero cada vez más valoramos el trato justo, el respeto a la naturaleza y comenzamos a buscar otras alternativas conscientemente.
El consumo responsable o consciente no es tan difícil como puede parecer, no es necesario hacer grandes investigaciones en las etiquetas ni perdernos en la trazabilidad. Lo tenemos más fácil si optamos en la medida de lo posible por el consumo local.
Ventajas del consumo responsable
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Consumir productos y servicios locales fortalece la cadena de proveedores de la localidad siendo exponencial la repercusión en la economía. De esta manera creamos un efecto de ida y vuelta entre los gastos y los ingresos. Una red consistente basada en los valores de apoyo a lo local, compromiso con la calidad y el beneficio común.
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Consumiendo productos ecológicos de cercanía contribuimos al cuidado del planeta, evitando la contaminación que produce el transporte desde lugares remotos. El transporte es el responsable del quinto de las emisiones de gases del efecto invernadero.
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Los productos ecológicos son más saludables porque están libres de residuos tóxicos procedentes de pesticidas, fertilizantes sintéticos, aditivos y conservantes.
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El consumo local, con el concepto de productos kilómetro 0, significa resaltar la importancia de que productores y consumidores estén lo más cerca posible, en un radio de acción de 100 kilómetros como máximo, así se reduce la huella ecológica, se protege la diversidad doméstica, potenciando la supervivencia de las costumbres culinarias autóctonas.
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Además resultan más nutritivos y sabrosos puesto que se cultivan con fertilizantes naturales, ni reciben los tratamientos de conservación o congelación que requieren los traídos de lejos.
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Este concepto de apoyar los servicios y comercios locales por parte de los viajeros que visitan un lugar, sirven de impulso a la economía local del destino conformando una infraestructura turística más sostenible, contribuyendo a desestacionalizar el turismo.
No se trata de repudiar lo extranjero, ni renunciar a comercializar nuestros productos, se trata de apostar por los alimentos, bienes y servicios cercanos apoyando a las pequeñas empresas que nos rodean para la generación de riqueza y empleo, a la vez que contribuimos a la protección medioambiental.